Se considera a George Papanicolaou como el padre de la citología. Pero existieron otros científicos, algunos coetáneos, que estudiaron el diagnóstico de cánceres mediante la observación de células exfoliadas y no por biopsia.
Podemos remontarnos al siglo XI y referirnos a Abul Qasim Khalaf ibn al-Abbas al-Zahrawi conocido como Abulcasis o como Abulcasim (936-1013 A.D.), nacido en España en el barrio cordobés de Zahra. Fue médico del Rey Al-Hakam II durante el Califato de Córdoba y ya realizaba punciones de bocios con jeringas y agujas finas aunque no había entonces microscopios. Fue un eminente cirujano inventor de numerosas técnicas e instrumentos y contribuyó al avance médico durante los siglos de la Edad Media en igual o mayor medida que Galeno.
El desarrollo del diagnóstico citológico clínico se inició durante el siglo XIX, profundamente enraizados sus fundamentos en las investigaciones de las ciencias naturales y de la medicina efectuadas hasta ese momento.
En este contexto deben recordarse los trabajos del botánico Schleiden sobre el descubrimiento de la célula en las plantas, quien en su monografía Phytogenesis (1838) la define como el organismo elemental de las plantas.
Un año más tarde, inspirado en trabajos microscópicos conjuntos, el zoólogo Schwann publica su obra Mikroskopische Untersuchungen über die Ubereinstimmung in der Struktur und dem Wachstum der Thiere und Pflanzen. De este modo, en este año nació la citología. Los dos investigadores estaban adscritos a la Universidad de Berlín. Schwann, que era discípulo de Johannes Müller, profesor de Anatomía, Fisiología y Patología en la Universidad de Berlín, mostró por primera vez tumores tal como aparecen mediante el microscopio, en su monografía presentada en 1838, Uber den feineren Bau und die Formen der krankhaften Geschwülste. Rudolf Virchow, que en su época había trabajado en el laboratorio de Johannes Müller, donde se familiarizó con la citología, publicó en el año 1858 su libro Die Cellularpathologie in ihrer Begründrung auf physiologische und pathologische Gewebelehre.
La primera publicación sobre exámenes microscópicos de los líquidos del cuerpo humano proviene muy probablemente de Donné, en el año 1845, referente a frotis frescos del calostro. En 1847, apareció una monografía de Pouchet sobre la ovulación, en la que describía los cambios citológicos de la secreción vaginal de la mujer. En 1850, Gluge publica un atlas de anatomía patológica, Zellulartheorie, en el que resume los conocimientos de aquel tiempo.
En una monografía de FriedIánder en 1883 sobre Mikroskopische Technik, en el apartado referente al diagnóstico ginecológico, afirma: «En carcinomas uterinos, en la excreción se encuentran elementos celulares, e incluso trozos de tejidos con posible origen en la ulceración del carcinoma, y que por su estructura morfológica pueden ayudar a elaborar el diagnóstico».
Con intervalos de tiempo más amplios, y en diferentes países de Europa, se sucedieron numerosas publicaciones sobre el diagnóstico citológico en los pulmones y vías respiratorias, aparato digestivo, sistema urinario y otros órganos. Muchos de estos trabajos fueron utilizados por Papanicolaou en un resumen panorámico.
A pesar de que estos trabajos contenían hallazgos importantes, tales investigadores no lograron que la citología fuera aceptada como método de diagnóstico.
George N. Papanicolaou nació en Coumi, un pueblo de la isla griega de Eubea y era hijo de un médico. George Nikolas era el tercer hijo de Nikolas Papanicolaou y María Georgiou. Al llegar su juventud, George se había convertido en un espíritu esencialmente humanista, amante de la literatura, filosofía, idiomas y música, demostrando talento en la ejecución del violín. Su padre influyó para que estudiara medicina, obteniendo su grado con honores a los 21 años en 1904, año en que se alista en la Armada. Luego de separarse de la milicia en 1906, convence a su padre para financiarle nuevos estudios y llega a Jena, Alemania, donde en 1907 se pone bajo la dirección de Ernest Haeckel, un defensor desde los inicios de las teorías evolucionistas de Darwin.
Este profesor como luego August Weismannde Freiburg, sobresaliente Como interpretar un informe citológico genetista que pensaba que la herencia es transmitida través de las células sexuales, impactaron en Papanicolaou. que para entonces había decidido consagrarse a investigación biológica e ingresa en el Instituto Zoológico de Munich, dirigido por Richard Hertwig. Tres años después Papanicolaou era un hábil microscopista y con el grado de Doctor en Filosofía retorna a Grecia.
Camino a Atenas, encuentra a Andromache Mavroyeni, joven dotada de una fuerte personalidad y una sólida educación. Si bien ambos se conocían previamente, este encuentro pronto dio paso al casamiento en el año 1910. Luego de un año trabajando en el Museo Oceanográfico de Mónaco regresa a Coumi por la muerte de su madre e ingresa como reservista en la Guerra de los Balcanes en 1912. Allí, voluntarios norteamericanos lo alientan a emigrar a EE.UU., donde las posibilidades para su desarrollo eran mayores. Con apenas 250 dólares y la oposición de ambas familias, Papanicolaou y su esposa llegan a Nueva York. Sin un lugar donde residir, sin amistades en qué apoyarse, sin conocer el idioma, pero con una gran ilusión. Alquilan un pequeño apartamento y ambos comienzan a trabajar en Gimbel.
Ella cosiendo botones por 5 dólares a la semana y él como vendedor de alfombras. George incrementaba sus ingresos tocando el violín en restaurantes y bares y como empleado en el diario griego Atlantis. Luego de un par de meses en EE.UU. pudo contactarse para entrar a la Universidad de Columbia donde gracias a sus conocimientos y aptitudes fue propuesto para el Colegio Médico de Cornell bajo la dirección de Charles Stockard, Jefe del Departamento de Anatomía.
Sólo un año después Papanicolaou y su esposa, como asistente, trabajaban en la Universidad de Cornell. Además de trabajar en otras líneas de investigación pidió permiso para realizar estudios sobre la determinación del sexo en cobayos. Para demostrar que los cromosomas X e Y determinaban el sexo de las crías, necesitaba óvulos en mitosis, previos a la ovulación. En esa época no había otro modo de determinar la ovulación que sacrificar al animal. Una mañana se sorprendió pensando que todas las hembras tienen una hemorragia vaginal; podría ser que estos pequeños animales tuvieran una pero muy escasa como para ser evidente. Esa misma mañana compró un espéculo nasal para examinar la vagina de la cobaya.
Realizó un frotis del material obtenido sobre un portaobjeto y la observó en el microscopio. El admitiría luego “que fueron momentos de real excitación cuando el examen de los primeros frotis revelaron una impresionante riqueza de diversas formas celulares y una secuencia de diversos patrones citológicos”. Esa misma tarde, observó similares características en el humano siendo el primer frotis el realizado a su esposa que se convertiría desde entonces en la mujer más estudiada en este sentido. Estos estudios serían luego correlacionados a sucesos en el ovario y cambios en el útero, que luego serían publicados en el American Journal de Anatomy bajo el título “La existencia de un típico estro en el cobayo con un estudio de sus cambios histológicos y fisiológicos” firmados por C. Stockard y George Papanicolaou. (American Journal Anatomy 1917;22:225-83.) Papanicolaou estudió patrones vaginales hormonales en niñas recién nacidas, infantes, y mujeres menopáusias.
También sugirió terapia hormonal de reemplazo en castradas quirúrgicas y mujeres postmenopáusicas. En 1933, resumió estos trabajos en una monografía: The Sexual Cycle in the Human Female as Revealed by Vaginal Smears y fue publicado en el Journal de Anatomía.
En 1925 Papanicolaou comienza un estudio sistemático de frotis vaginales en mujeres voluntarias trabajadoras en el Hospital de Mujeres de Nueva York. El azar hace que realice el estudio en una portadora de cáncer de cuello uterino. El describiría entonces: “La primera observación de células cancerosas en el frotis de cérvix fue una de las más estremecedoras experiencias de mi carrera científica”. (así lo relata Berkow. S.G. en “A visit with George N. Papanicolaou” en el Obstet Gynecol 1960;16:243-52).
Reclutó a otras mujeres con cáncer, confirmó sus observaciones y presentó este nuevo diagnóstico de cáncer en la Third Race Betterment Conference en Battle Creek, Michigan, en Enero de 1927 con el título New Cancer Diagnosis.
Desalentado por la indiferencia de sus colegas Papanicolaou volvió a sus estudios hormonales y sólo 13 años después lograría la aceptación de sus descubrimientos. No olvidemos que era osado pensar en ese entonces, cuando el diagnóstico de cáncer de cérvix se hacía por tacto u observación macroscópica, que el mismo pudiera ser descubierto por células observadas en un frotis recogido sobre un portaobjetos.
Para ese entonces ocurre un hecho similar en Europa. Un patólogo destacado de Rumania, el Dr. Aurel Babes publica en La Presse Medicale, un artículo muy similar al presentado por Papanicolaou: “El diagnóstico de cáncer del cuello uterino por los frotis”. El se basaba en preparaciones obtenidas con asa de platino y coloreadas con Giemsa y había hecho dos presentaciones previas de sus hallazgos en sendas sesiones de la Sociedad de Ginecología de Bucarest en 1927, en colaboración con C. Daniel. Para su utilización como estudio masivo debería haber modificado la técnica. Lo cierto es que A. Babes no siguió publicando acerca del tema. En Italia, Viana (1927) ensaya el método de Babes en 12 casos. Estos precursores del método en Europa no continuaron las investigaciones y lo desarrollaron en escaso número de pacientes.
La citología cuya historia se remonta al descubrimiento del microscopio (Janssen, 1600) había tradicionalmente sido descripta en numerosos órganos y líquidos en los que se habían diagnosticado células cancerosas, pero todo quedaba circunscrito al campo de la investigación, con un acuerdo tácito y explícito de su no aplicación en la práctica.
El mundo médico aún no estaba preparado para escuchar las voces de estos adelantados. Como anécdota de estos hechos queda que ni Papanicolaou., Hertig, Meigs u otros autores de similar jerarquía, jamás mencionaron estos trabajos pese haber sido publicadas en revistas de renombre como la Presse Medicale y Ginecologie et Obstétrice. Quedará en la incógnita si ésta fue la razón que impidió que accediera al Premio Nobel para el que había sido propuesto en numerosas ocasiones, que sin duda más allá de estas especulaciones hubiera merecido.
El enorme valor de Papanicolaou radica en la jerarquización de esta disciplina y el haberla sistematizado brindándole una técnica que incluye métodos de toma, tinción y criterios de evaluación.
El Dr. J. Hinsey, sucesor de Stockard en el departamento de Anatomía del Colegio Médico de Cornell, alentó a Papanicolaou para continuar con el desarrollo de su método. Con la colaboración de Herbert Traut, Profesor de Obstetricia y Ginecología con orientación en patología de la misma institución, en 1939 comienzan un trabajo que incluía un frotis vaginal de rutina a todas las mujeres atendidas en el Servicio de Ginecología. Se descubrieron un considerable número de casos asintomáticos de tumores uterinos, algunos tan iniciales que no eran invisibles a la simple inspección ocular.
Este esfuerzo culminó en un trabajo que significó un aporte crucial para la historia del citodiagnóstico: Diagnosis of Uterine Cancer by the Vaginal Smears del año 1943. Pocos conocen que las primeras descripciones con el método de Papanicolaou, fueron descriptivas y citohistológicas, abarcando no sólo cuello sino los tumores de todo el tracto genital, especialmente adenocarcinomas de cuello y cuerpo y sus variedades. Esto se debe al aporte de H.Traut que poseía una fuerte formación en patología.
Los autores pudieron informar en aquella época acerca del examen del frotis en 3014 mujeres, cuyos resultados fueron de un 98,4 % de aciertos para el carcinoma cervical, y de un 90,7 % para el carcinoma de cuerpo uterino. Entre los casos estudiados se encontraban 127 carcinomas cervicales y 52 carcinomas del endometrio, que pudieron ser comprobados por histología.
En los años siguientes se aceptaron estas técnicas de examen en EE.UU., en primer lugar, y también en otros numerosos países. La American Cancer Society pudo en 1948, basándose en una amplia estadística de diferentes fuentes, indicar la importancia del método para el diagnóstico precoz de los carcinomas genitales, y recomendó la creación de nuevos centros para exámenes citológicos.
Por otra parte, no faltaron las opiniones escépticas e incluso de rotunda oposición al nuevo método, lo que en cierto modo impidió el desarrollo del diagnóstico citológico, sobre todo en Europa, ya que fue apoyada por un gran número de patólogos la teoría tradicional, que sostiene la imposibilidad de efectuar el diagnóstico de carcinoma sin la comprobación de un crecimiento invasivo.
Años más tarde, en 1954, Papanicolaou publica su célebre Atlas de Citología Exfoliativa. Allí publica su experiencia no sólo en citología ginecológica sino en otros sitios de la economía.
En Europa, la creciente actividad en el campo de la citología de los años 60 permite la fundación de sociedades Así nació en 1960 la Deutsche Gesellschaft für Zytologie. Hoy en día, existen en casi todos los países en Europa, y en numerosos países de otros continentes tales sociedades científicas, siendo la Academia Internacional de Citología su organismo central. Existe una federación de sociedades europeas de citología creada en 1969. Y nosotros la Startup Líder Plataforma Tecnologica Educativa (EAD) en Citohistopatología & Laboratorio Clinico CITORUSH TRAINING CENTER, que no sólo abarca la parte ginecológica sino las diferentes áreas de la medicina, la anatomía patológica y análisis de muestras clínicas. Nuestro gran proyecto PRÓXIMO es un centro educativo de salud 'TEACHING MEDICAL CENTER' de atención totalmente gratuita para que los pacientes dejen o tomen sus muestras para el entrenamiento de nuestros estudiantes y profesionales en BOOTCAMP o campamentos prácticos.
Debido al éxito, ahora reconocido en todo el mundo, del diagnóstico citológico en el descubrimiento precoz de los carcinomas cervicales, estos métodos se fueron extendiendo a la citología exfoliativa, a la citología de punción, y a todas las demás regiones del organismo. No es posible mencionar los numerosos investigadores que en todo el mundo se han hecho acreedores de merecimientos durante los últimos 30 años, ampliando el diagnóstico citológico hasta el actual nivel de conocimientos. No obstante, es preciso señalar algunos hechos notables que han permitido marcar unas etapas en este progreso.
En el año 1957, se publicó el primer tomo de la obra: Acta Cytologica, que supuso un gran mérito para su editor G. L. Wied, de Chicago, pues dicha publicación estimuló los contactos y avenencias mutuas entre los citólogos del mundo.
También es meritoria, en gran parte, la fundación de la Academia Internacional de Citología creada ese mismo año en Bruselas; esta entidad organizó por primera vez un Congreso Internacional de Citología, en 1962, en la ciudad de Viena, celebrándose posteriormente y con intervalos de tres años, nuevos congresos en diferentes partes del mundo. En el año 1960, fue fundado el premio de Maurice-Golblatt que se adjudica cada año a una persona que haya contribuido de modo notable al desarrollo de la citología por sus trabajos de investigación o de diagnóstico aplicado.
Qué éxito sería ganarse ese premio, o crear una premiación a los que incentivan el estudio de la citología a través de diferentes plataformas tecnológicas. ¿Quién se une a esta iniciativa? Un gran tributo al aporte de unos de los científicos poco reconocidos del mundo.
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